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Golpe de Calor

El HOSPITAL SANTA ROSA, realiza una serie de recomendaciones para evitar las consecuencias del calor excesivo sobre la salud. Tanto en casa como en la calle, conviene tener en cuenta fáciles medidas de prevención que pueden evitar padecer trastornos de salud, derivados de la exposición mantenida al sol o al calor ambiental.

 En primer lugar, vale recordar que es necesario ingerir tres litros de agua durante el día, que es lo que en condiciones normales, la persona necesita para mantener su equilibrio (litro y medio en forma de bebida y el resto a través del agua presente en los alimentos). En caso de un esfuerzo físico importante las necesidades de agua aumentan, pudiendo perderse hasta más de dos litros de agua por hora. En nuestro organismo el agua va del intestino a los vasos sanguíneos, de allí a las glándulas sudoríparas y de éstas a la piel, donde se evapora, produciendo su efecto refrigerante. A partir de una pérdida del 2% del peso corporal en agua (alrededor de 1,5 litros) aparecen los primeros síntomas de deshidratación y se aprecia un descenso del rendimiento y de la resistencia.

 Recomendaciones:

En casa es necesario mantener cerradas las ventanas que dan al sol, propiciar el ambiente en penumbra en las habitaciones que dan al sol, permanecer en las zonas más frescas de la casa, abrir las ventanas durante la noche, utilizar abanicos, ventiladores o climatizadores (evitar abusar del enfriamiento), tomar duchas frescas frecuentemente, tomar abundante agua, comer raciones de fruta fresca, evitar las comidas pesadas, fuertemente condimentadas o muy calientes, evitar el alcohol, llevar ropa fresca (de algodón, poco ajustada, de colores claros) y evitar actividades extenuantes en las horas centrales del día.

En la calle, es necesario evitar salir a la calle en las horas centrales del día, llevar protegida la cabeza con una gorra, usar gafas adecuadas con protección UV, buscar las zonas con sombra si se permanece en la calle, llevar ropa fresca pero evitar exponer en exceso la piel al sol, llevar una botella de agua y beber con frecuencia, mojar con agua la cara, manos, o incluso la ropa, no dejar nunca niños, ancianos o discapacitados dentro del automóvil.

 En la playa, es preciso evitar las horas centrales del día, evitar la exposición solar indiscriminada, incluso en días nublados, usar en abundancia cremas de protección solar de alta protección, permanecer bajo la sombrilla y usar gorra protectora, cubrir el cuerpo con camiseta si se está a la intemperie, bañarse con frecuencia y remojarse la cabeza, no ingerir comidas pesadas, muy saladas o alcohol, evitar que niños y ancianos se expongan al sol en exceso, evitar que las personas enfermas estén largo tiempo al sol o expuestas al calor.

 ¿Qué es el golpe de calor?

 Se trata de un cuadro médico grave que se produce cuando el cuerpo es incapaz de regular su propia temperatura y se produce una situación de desajuste térmico, conocida como golpe de calor. Esta alteración se traduce en un aumento brusco y sostenido de la temperatura interna corporal.

Su forma más habitual se produce por exceso de exposición al sol y se denomina Insolación. Se acompaña de cefalea (dolor de cabeza), fatiga, calambres musculares, náuseas, elevación de la temperatura corporal y abundante sudoración. Si se permanece mucho tiempo en este estado sin tomar las medidas oportunas, la piel aparece caliente y seca, se produce taquicardia (aceleración del pulso), adormecimiento y pérdida de conciencia, llevando al paciente a la muerte.

 El golpe de calor, se produce cuando el organismo produce una cantidad de calor que no es eliminable por los sistemas de refrigeración del organismo (dilatación de los vasos sanguíneos superficiales, sudoración y respiración); ya sea porque la producción de calor corporal es excesiva, porque la temperatura ambiente es muy elevada o bien porque los mecanismos de eliminación de calor no funcionan correctamente, aunque lo más habitual es que sea por la combinación de estos tres factores.

Las temperaturas extremas producen un aumento de la transpiración por la piel (sudor) y evaporación de agua por la respiración. Ello conduce a una pérdida importante de líquidos y de sales minerales que el organismo necesita para funcionar correctamente. Si las pérdidas de líquido y de sales minerales no se reponen a medida que se van perdiendo, puede sobrevenir una situación de deshidratación, con importantes consecuencias para la salud que pueden ser eventualmente graves. También el aumento de la temperatura ambiental produce efectos directos sobre la circulación: La sangre venosa se estanca y circula con dificultad. Por su parte, el corazón y las arterias tienen la misma tendencia a dilatarse y a impedir que la sangre oxigenada llegue correctamente a los tejidos. El calor sofocante también afecta al aparato respiratorio, que no puede recibir todo el oxígeno necesario para una correcto intercambio de oxígeno en la sangre. Todo ello produce una falta de riego y de oxigenación, que puede conducir a un estado de grave fatiga, a desmayos o a situaciones mucho más graves de compromiso cardio-respiratorio, que pueden poner en peligro la vida de algunas personas.

Una de las formas más clásicas de alteración de la regulación térmica del organismo se conoce popularmente como insolación y se produce por efecto del calor después de la exposición mantenida al sol, sobretodo durante el verano.

Las altas temperaturas mantenidas del verano pueden afectar a las personas más vulnerables. Los niños, sobretodo los más pequeños, son muy sensibles a sufrir daños por estar expuestos a las altas temperaturas sin cuidado. Los ancianos también. Ello se debe a la facilidad que tienen para deshidratarse, la poca capacidad para compensar la deshidratación y, en el caso de los ancianos, la frecuente presencia de enfermedades metabólicas, pulmonares y cardiacas asociadas.

La diabetes, la insuficiencia cardiaca, la bronquitis crónica (asma, EPOC), la insuficiencia renal o hepática, y las enfermedades nerviosas crónicas son las situaciones que pueden verse descompensadas fácilmente por el calor. Si los pacientes ya no gozan de un buen estado de salud y tienen las funciones circulatorias o pulmonares comprometidas, pueden empeorar súbitamente si aumentan de forma brusca las temperaturas y no tienen defensa ante ello. La pérdida de líquidos por transpiración (sudor y respiración) conducen a la deshidratación si no se reponen las pérdidas bebiendo abundante agua mientras se está expuesto al calor. La deshidratación significa falta de líquido, sangre más espesa y menos cantidad circulante, con menor aporte de oxígeno a unos órganos que ya están al mínimo en condiciones normales.

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La Diarrea en los Niños

Ante las intensas jornadas de calor, el Hospital Santa Rosa recomienda a los padres estar atentos ante los posibles casos de diarrea infantil, para lo que recomienda lavar bien frutas y verduras antes de consumir, tomar agua potable, lavarse las manos antes de ingerir alimentos y cuidar la contaminación de baños y letrinas, porque generalmente las diarreas comienzan por contaminaciones fecal-oral.

Los pediatras del Hospital, manifestaron que es necesario tratar al chico que tiene diarrea en forma urgente, para lo que es necesario que la mamá comience en la casa y luego consulte al centro de salud  mas cercano.

Recomendó a los padres estar atentos a los signos que presenten los chicos ante el temor a que comience el proceso de deshidratarse, en el caso de que estén decaídos, con pocas ganas de jugar, que lloren sin lágrimas, que tenga los ojos hundidos o que la piel y los labios estén resecos. 

Los profesionales apuntaron que en el primer día los chicos tienen necesidad de tomar líquidos, pero cuando comienza el proceso de deshidratación disminuye.

¿Qué es la diarrea?  

Síndrome diarreico agudo, diarrea aguda y gastroenteritis aguda son sinónimos que se utilizan para denominar al cuadro de diarrea infantil. Clínicamente, se define como diarrea a las deposiciones poco consistentes, aguadas, y generalmente frecuentes, que pueden acompañarse de vómitos, inapetencia o fiebre, aunque no en todos los casos.

Se trata de un trastorno producido por la inflamación de la mucosa intestinal, provocada por virus, bacterias u otras causas, que imposibilita la absorción de los alimentos y el agua. Habitualmente, la diarrea suele afectar principalmente a los niños pequeños, y se presenta con mayor frecuencia durante los meses de verano.

Se dice que las deposiciones son diarreicas cuando contienen más agua de lo normal. La Organización Mundial de la Salud  define a la diarrea aguda en menores de 2 años a la eliminación de heces semilíquidas en número de 3 o más en 12 horas, o una sola deposición anormal asociada a la presencia de moco, pus o sangre.   

¿Por qué se produce?  

La diarrea puede obedecer a muchas causas, pero la más frecuente son por infecciones gastrointestinales, causadas por virus, también en menor frecuencia las bacterias pueden ser responsables.

Por lo general, los episodios son autolimitados, es decir que se controlan solos, habitualmente sin medicamentos. Con una dieta hipofermentativa y abundante líquido para evitar la deshidratación, normalmente el cuadro suele desaparecer alrededor del quinto día. Asimismo, tampoco se requieren análisis de laboratorio. La frecuencia normal de las evacuaciones varía mucho de una persona a otra, y más aún en los chicos. Desde que nacen hasta aproximadamente los 6 meses, los niños pueden tener una frecuencia normal de entre dos y siete deposiciones diarias si toman el pecho, y de una a tres veces por día si se alimentan con leche fórmula. Un error bastante frecuente es confundir estas deposiciones normales con diarrea, ya que hasta que se inicia la alimentación semisólida las heces son líquidas o semilíquidas, amarillas o verdosas, y grumosas. Pero en este caso el niño se encuentra de buen humor, aumenta de peso, y tiene ganas de comer, al contrario de lo que ocurre cuando tiene diarrea.

¿Cómo se produce la infección?  

Los gérmenes llegan a la boca del niño por alimentos contaminados por el agua y leche no hervidos o mal hervidos, manos sucias de quien prepara o da el alimento, los utensilios (tetinas, biberón, chupetes, tazas, etc.) sucios y frecuentemente contaminados por insectos, en especial las moscas.

 Los síntomas

 Lo más importante frente a un caso de diarrea es evitar la deshidratación, cuyo riesgo aumenta cuanto más pequeño es el niño. Por eso, ante los primeros síntomas, es necesario consultar al pediatra, quien evaluará la intensidad de las deposiciones y vómitos –si los hubiera–, ya que estos últimos aumentan la pérdida de líquido.

Si el niño tiene fiebre elevada que no cede con la administración de la medicación habitual es fundamental consultar al médico, como también si existe rechazo al alimento, dolor abdominal, sequedad en la boca, o bien si el chiquito orina menos.

En general el síndrome diarreico puede acompañarse con náuseas y vómitos.

Existen también algunos tipos de diarrea, provocados por gérmenes más invasivos (Shigella y Salmonella), que suelen presentarse con moco, estrías de sangre, fiebre elevada, decaimiento, y pérdida del apetito. En estos casos, es necesario efectuar un análisis de la materia fecal (coprocultivo) y tomar algún antibiótico, que será indicado únicamente por el pediatra.

El hecho de haber tenido un episodio de diarrea no genera inmunidad, es decir que el cuadro puede volver a repetirse.

 ¿Cómo tratar la diarrea en casa?

Para los chicos con diarrea, sin deshidratación se le debe dar más líquidos de lo normal –no debe ser con gas o productos químicos como los juegos–, continuar la alimentación normal, no dejar de amamantar en el caso de los lactantes y por el contrario ofrecerle teta en forma más seguida, darle las sales de rehidratación y consultar en forma urgente al médico.

En el caso de los chicos en que la diarrea persiste, si aún se alimenta con leche materna, darle el pecho con más frecuencia y durante más tiempo, de día y de noche. Si toma otro tipo de líquido, sustituir con más leche materna o con productos lácteos fermentados, como yogurt o sustituir la mitad de la leche con alimentos semisólidos nutritivos. Para otros alimentos, seguir las recomendaciones relativas a los alimentos apropiados para la edad del niño, evitando aquellos con mucho residuo de celulosa.

 Mejor prevenir

Para prevenir, es necesario lavarse bien las manos al llegar a casa, antes de ingerir o preparar alimentos o de manipular objetos de los niños. Si el bebé toma mamadera, recuerde que debe higienizarla muy bien hirviendo durante 10 minutos todas las partes del biberón, o bien utilizando un esterilizador. Si el niño come papilla, higienice correctamente los utensilios. Lave correctamente los vegetales y las frutas, cocine bien las carnes, y no ingiera alimentos si duda que se haya respetado la cadena de frío. Tome agua segura; si es de la canilla hervir previamente durante 10 minutos y déjela enfriar; si es mineral, elija aquellas de marca reconocida que aseguren su pureza.

Acotaron losprofesionales que este tipo de prevención también ayuda a disminuir los casos de hepatitis, entre otras enfermedades.

 Sales de rehidratación oral 

 Las sales de rehidratación oral son unos de los principales recursos para el tratamiento de la diarrea. Son soluciones especiales para el tratamiento de las diarreas infantiles que se distribuyen en pequeños envoltorios. Para prepararlas deben mezclarse con la cantidad indicada de agua limpia, y dársela de beber al niño en una taza o con una cuchara, en pequeñas cantidades pero seguido.

Las sales de rehidratación oral, sirven para recuperar a los niños que han perdido abundante líquido y también para prevenir que se deshidraten. Pueden obtenerse en las farmacias o en las tiendas.

 Forma de contagio

Se transmite en forma fecal-oral, siendo el agua el vehículo principal como así también los alimentos. Las manos actúan como foco de contagio y transmisión de estas infecciones.

Cuadro Clínico

Los niños pueden presentar síntomas de compromiso del aparato digestivo como diarrea, vómitos, dolor abdominal tipo cólico y otros como fiebre, decaimiento o inapetencia.

Lo importante en un cuadro de diarrea

El punto más importante a tener en cuenta es el estado de hidratación del niño, sobre todo en los más vulnerables que son los niños pequeños y lactantes.

 ¿Cuáles son los signos de deshidratación?

•           Llanto sin lágrimas.

•           Ojos hundidos, fontanela (mollera) deprimida.

•           Aumento de la sed.

•           Mucosa oral seca o con escasa saliva

•           Disminución franca de la emisión de orina.

•           Tendencia al sueño y franco decaimiento

 Ante la presencia de estos signos se debe realizar la rápida consulta médica para evitar la progresión del cuadro.